jueves, 15 de septiembre de 2011

Singapur - Malasia - Indonesia Día 12


2 de Agosto: Comienzo de las vacaciones según Villamor con un gran chasco

Amanecimos muy pronto y esta vez nos tocó a Dueño y a mi sufrir la alarma del holocausto nuclear del iPhone de Lucas. Desayunamos un frugal desayuno sin mucha hambre ya que eran las 06:00 de la mañana, cogimos el equipaje y nos montamos en la furgoneta – minibús que nos había venido a buscar a la puerta del alojamiento. Decir que el hotel (Sari Wangi Cottages) es típico de Indonesia, con partes muy cuidadas y agradables al lado de trozos o espacios que dejan mucho que desear. En este caso el baño era muy cutre, con una decoración y ambiente salvaje que incluía todo tipo de insectos y otros animales en los cuales preferimos no pensar mucho durante la noche. Sin embargo la habitación era muy grande y las vistas y la piscina dejaban un buen sabor de boca.
El microbús fue recogiendo a más gente, un par de americanos y una pareja de españolas con una pinta un poco de bolleras con las que intercambiamos algunas palabras. El destino final era Padang Bai, en el E de Bali desde donde saldría el ferry rápido que nos dejaría en Gili Trawagan en una hora y pico. El camino nos dejó ver que las autopistas también existen en Indonesia, ya que la primera que vimos en todo el país estaba en el E de Bali. Llegamos al puerto e intercambiamos nuestra factura de compra por los billetes del barco. Dejamos nuestro equipaje para que lo llevaran al barco y nos dispusimos a esperar a que éste zarpara. Hablando con las españolas, que resultaron ser de Zaragoza, nos dimos cuenta de que nos habían timado con el billete, ya que ellas lo habían sacado por 750000 cada una y eso siendo sólo 2. También nos dijeron ¡que llevaban 15 días en Bali! Que vale que nuestros 3 días se quedaban cortos, pero pasar 15 en Bali te debe dar para conocerte cada pueblacho de la isla.

Localización de las Gili de izq a dcha, Trawagan, Meno y Air
En Padang Bai hay muchas compañías que hacen el trayecto a Lombok y las Gili y la nuestra, Ekajaya, presumía de ser la más rápida y cómoda. Tras un poco de retraso, nos dirigimos al muelle, sólo para ver que en el barco íbamos a ir mucha más gente de la que en un principio nos habían asegurado. Por lo menos el barco parecía moderno y seguro.

Embarcamos con un poco de miedo al mareo (lo digo por mi mismo) ya que en experiencias previas de este mismo tipo (barco pequeño y trayecto de mas de una hora) había acabado con la cabeza por la borda potando todo lo que había comido. No es una sensación nada agradable, lo aseguro. Con estos precedentes, me apresuré a coger un sitio junto a la ventana para que me diese el aire y Villa se colocó a mi lado mientras que Lucas, Pablo y Nova copaban un banco 3 filas mas adelante. La planificación resultó ser horrenda ya que no cabía todo el mundo en los bancos e incluso una pareja con unos niños pequeños tuvo que sentarse en las escaleras de acceso. Lucas, el aguililla se posicionó en la poca cubierta que había, en previsión de que diese más aire y más sol para ponerse (aún) más moreno. En cuanto arrancó el barco tuve que cerrar la ventana ya que entraba mucha agua y nos dimos cuenta de que en el interior del barco iba a hacer mucho calor. Los que se habían sentado en cubierta no tardaron en bajar ya que el agua les empapaba con cada movimiento del barco. Afortunadamente el mar estaba tranquilo y pudimos tener un viaje idem, salvo unos minutos de miedo de Villamor, que salvó sin problemas poniéndose a leer. Sin embargo, algún pasajero no pensó lo mismo y acabó potando por la borda además de empapado ya que sólo se podía potar desde la cubierta.

Paramos primero en Lombok, donde se bajaron una pareja de franceses con la mujer ya al borde de la pota y pudimos ver una playita paradisiaca de la isla vecina a Bali, que dejaremos para otro viaje. Las Gili ya se asomaban en el horizonte, y en 10 minutos atracamos en la mayor, Gili Trawagan, conversando con unas flamencas en perfecto castellano.

El embarcadero de Lombok
Las Gili son tres islotes de arena blanca en la costa Noroeste de Lombok. Son un paraíso para el snorkel y el buceo además de ser conocidas como las Party Islands. No hay vehículos a motor y la mayor de las islas está llena de hoteles y resorts, restaurantes y bares de copas. Sin embargo, nos preparaban una pequeña sorpresa…

El agua era cristalina y todos nos emocionamos mucho imaginando los 3 días que teníamos por delante: sol, playa, buceo y fiesta nocturna. Ya habíamos reservado en el Pesona Resort, y nos dirigimos directos hacia él ignorando a los lugareños que nos ofrecían sus alojamientos. Nada más llegar nos invitaron a una bebida y nos avisaron de que nuestras habitaciones aún no estaban listas (eran algo más de las 11:00). Nos cambiamos, hicimos el check-in y nos fuimos andando a nuestro primer bañito. Eligiendo mal para variar, fuimos hacia el Sur, en dirección contraria al embarcadero, donde tras 10 minutos andando sólo encontramos playas con el agua revuelta y sucia. Hacía mucho calor y cada cambio de lugar que hacíamos era un infierno así que el cabreo empezó a aflorar. No encontrábamos un sitio decente donde caer muertos, así que volvimos a la zona del hotel, donde alquilamos unas bicis un poco de gays por un buen precio que nos hicieron la vida mucho más cómoda en la isla los tres siguientes días. En las Gili te intentan timar continuamente, con lo que hay que estar ojo avizor y regatear hasta el dolor para que no te timen demasiado (porque timarte te timan siempre). Ya con nuestras bicis fuimos a la playa al Norte del embarcadero, con mucha gente pero con aguas más tranquilas y limpias.

Por fin relajados en la playa nos pegamos unos baños, compramos unas cervecitas y nos dedicamos a tocarnos los huevos un rato largo. Los inquietos Nova, Lucas y yo nos fuimos a dar un paseo hacia el Norte, viendo multitud de gente haciendo snorkel y disfrutando las maravillosas vistas de Lombok y las otras Gili. El agua era transparente completamente y nos dimos un baño con cuidado de no dejarnos los pies en el coral que circunda la isla.

Al cabo de un largo tiempo, decidimos que ya estábamos hartos de sol y azuzados por el hambre, nos sentamos a comer en un restaurante en la playa, en concreto uno alemán. Lucas degustó un suculento sándwich de salmón y Dueñas una buena salchicha alemana de las que tanto le gustan mientras que los otros tres comíamos una rrrica burguesa, unos de carne y otros de pollo. Después de comer y con el cielo un poco nublado, en vez de volver a la playa, nos dirigimos al hotel para tomar posesión de las habitaciones y tirarnos en la piscina. Las habitaciones, aún siendo bastante mas cutres de lo que esperábamos, no estaban mal, y las instalaciones otra vez volvían a ser lo mejor de todo el resort. Cogimos una tumbona cada uno y mientras unos dormían, otros leíamos tranquilamente Bintang en mano y nos bañábamos en la piscina. Otro par de horitas de descanso que no venían nada mal después de la paliza de viaje que nos estábamos pegando.
 
¡Por fin! ¡Vacaciones!

En un momento dado, a Nova le entró la inquietud y decidimos ir los dos con las bicis a descubrir la isla. Atravesando por en medio vimos los poblados de chabolas donde viven los locales y pasando entre campos y palmerales llegamos tras 10 minutos al lado Oeste de la isla, donde disfrutaríamos de una magnífica puesta de sol en una playa con la marea en su punto más bajo que dejaba ver los restos de corales con los que nos pinchábamos por la mañana. Con nuestro reportaje fotográfico bajo el brazo, volvimos hacia el hotel rodeando la isla por el Norte, para darnos cuenta de que el camino que circunda la isla no era en absoluto ciclable y que en muchos casos había que bajarse de la bici y empujar. Este lado de la isla tiene resorts y restaurantes muy chulos a la orilla del mar, alejados del ruido del pueblo pero a la vez muy cerca dadas las pequeñas dimensiones de la isla.
 
Haciendo el monguer fotogenicamente
Sudorosos pero satisfechos, volvimos a encontrarnos con estos en el hotel donde nos pusimos en marcha para las duchas y preparación para cenar con el horario anglosajón que rige la isla. Obviamente los primeros fuimos Nova, Dueñas y yo, y mientras Villa y Lucas hacían no se qué juntitos, abrí una guía de Bali, Lombok y las Gili y me puse a leer. Y entonces llegó la amarga sorpresa del viaje…Resulta que las islas Gili son el paraíso de la fiesta durante casi todo el año. ¿Casi? En efecto, porque, como en Lombok, la religión mayoritaria en las islas es la musulmana y, como muestra de respeto a la población local, durante el Ramadán los bares anulan toda la fiesta que albergan durante el año. Y si, en efecto, no solo estábamos en Ramadán, sino que acababa de empezar el día anterior, 1 de Agosto. Así que, tras contarle el chasco a Villa y Lucas y que este último lo comprobara preguntándolo a la dueña del resort, cabizbajos y con sonrisa de gilipollas nos dirigimos a cenar, que eso si que era posible. Como no nos íbamos a gastar mucho en beber, decidimos pegarnos un homenaje y cenar pescado en uno de los múltiples restaurantes que ofrecían pescado fresco a la parrilla. Dueño y Nova prefirieron dejarlo a un lado, pero Villa y Lucas se tomaron un filete de atún con muy buena pinta y yo opté por un Snapper también bastante rico que acompañamos con un calamar plancha. Además el pescado incluía buffet de ensalada, con lo que nos pusimos como el Kiko a un módico precio de 10 euros. Tras la cena, paramos en un irlandés que era el corazón de la fiesta en Gili, para leer en los carteles colgados por todas partes que la música acabaría a las 23:00 por el dichoso Ramadán. Sin embargo, nos dio tiempo a probar unos ricos mojitos locales que nos entonaron un poco y lo pasamos bien hasta que la música paró. Seguían sirviendo alcohol, pero la música es importante y la gente que al principio abarrotaba el bar empezaba a desfilar hacia sus hoteles. Aceptando la derrota y cansados de un día que había empezado pronto, nos fuimos al hotel donde nos dormimos rápidamente.
 
Nota: Como vereis, las fotos de este día no merecen mucho la pena, pero es que no hicimos casi nada, descansar, tomar cerveza y bañarnos. Poco que fotografiar, sinceramente.

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